Las 50 casas ecológicas de Gipuzkoa demuestran el auge de la bioconstrucción

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Donostia, www.noticiasdeguipuzkoa.com.- Cada vez es mayor la población guipuzcoana que se anima a implantar en sus hogares elementos ecológicos. De hecho, en el territorio histórico ya hay registradas medio centenar de casas ecológicas a cargo de familias que han optado por la salubridad de la bioconstrucción a la hora de edificar su nuevo hogar, cuando hace dos décadas era algo inexistente. Son viviendas más saludables, pero también son más caras, porque se emplea en su construcción más material y, además, de mayor calidad. La salubridad de estos hogares deriva de los materiales empleados, de la implantación del edificio en el ambiente y del menor consumo energético. Todos estos criterios han seguido las 50 casas ecológicas existentes en Gipuzkoa y que en el conjunto de Euskal Herria alcanzan las 200.

Paso a paso

Una casa ecológica comienza su construcción con un estudio geobiológico del lugar donde se pretende edificar. Se analizan las alteraciones naturales y artificiales que sufre el sitio. Hay zonas que están más alteradas que otras, por lo que conviene vivir en las que menos lo están. Las alteraciones naturales pueden ser el paso de ríos subterráneos o las aguas estancadas bajo tierra. Las artificiales radican en los campos electromagnéticos de la telefonía móvil o los vertederos, por ejemplo. Silvia Ortiz, coordinadora de bioconstrucción en Euskal Herria, asegura que "el coste del análisis geobiológico es bajo".

Bioclimática

Lo siguiente que debe tener en cuenta un proyecto bioconstructible es la bioclimática del lugar, es decir, observar los vientos dominantes y el clima del sitio. Dependiendo de esto, "se proyectará un tipo de casa u otro", apunta Ortiz. Después, se pasa a valorar los tipos de aislantes necesarios para proteger el hogar, una vez conocido de qué hay que resguardar el hogar. También se evalúa la orientación que hay que darle a la casa para aprovechar las condiciones climáticas que ofrece el emplazamiento y, por lo tanto, estimar la necesidad de aire acondicionado o calefacción. Mediante la bioclimática se busca, además, el ahorro energético en función de la colocación, aprovechando la radiación solar o huyendo de ella, protegiéndose de los vientos fríos o exponiéndose a ellos.

Materiales

Una vez sabido dónde y cómo construir el edificio, llega el momento de decidir qué materiales conviene emplear. La bioconstrucción emplea siempre materiales naturales que estén muy poco elaborados y que sean renovables. Las razones son varias. Los elementos naturales son "más agradables y tienen mejor olor", explica la coordinadora de bioconstrucción en Euskal Herria. El testimonio del constructor Iosu Jauregi lo confirma: "después de años trabajando en la construcción me di cuenta de que al manipular ciertos materiales me encontraba mal, me ocurría sobre todo con los azulejos. Varios compañeros me dijeron que a ellos también les pasaba". Este testimonio se refleja en una casa recién renovada o pintada, los olores son muy fuertes y desagradables. Además, el hecho de que el elemento sea renovable descarta su extinción a pesar de su uso. Ejemplo de ello es la madera. No ocurre lo mismo, por ejemplo, con la piedra; ya que una vez se destruye una cantera no se vuelve a regenerar. La bioconstrucción también obedece al impacto medioambiental del material. Es mejor utilizar materiales locales, porque se disminuye la contaminación a la hora de su transporte, y que sean abundantes en el planeta. Igualmente tienen en cuenta el ciclo de vida del material, es decir, qué se puede hacer con los materiales una vez que muere el edificio. El PVC, por ejemplo, tarda años en desintegrarse mientras que la madera es fácilmente reabsorbible por la tierra. Asimismo, se valora el coste energético del elemento, cuánta energía consumen los materiales, tanto en la construcción como en su mantenimiento. Cuanto más prefabricado, mayor es el consumo energético. El aluminio consume 170 veces más que la madera. El adobe es, por su bajo coste energético, un material muy ecológico; sólo le hace falta sol para secarse y está listo para su utilización. Un ejemplo de material renovable, reutilizable y ecológico es la celulosa proyectada. Se trata de un triturado a base de hojas de periódico que actúa como "eficiente" aislante al inyectarlo en el muro. Este papel de periódico es renovable siempre que se plante madera. Ya se reutiliza cuando se emplea en la construcción y, se podrá colocar de nuevo en otra casa una vez muera el edificio originario. Son muchos los aislantes existentes a partir de la reutilización de otros elementos. Desde lana hasta birutas de serrín. Silvia Ortiz advierte de que "hay mucha gente que cuanto renueva su casa pide materiales ecológicos, pero lo que le ofrecen muchas veces no lo es. Ahí aparece el problema de la desinformación de la gente". Los aislantes sintéticos, explica Iosu Jauregi, que lleva treinta años trabajando en la construcción, "pierden su calidad con los años y por lo tanto su función". Argumenta que acaba de corroborar un laboratorio alemán "que se autoconsumen, se ponen rígidos, se cuartean y pierden su capacidad térmica; además no transpiran". La conveniencia de que estén poco tratados es que, al manipularlos, pierden su información molecular y, por lo tanto, sus propiedades. Los aditivos, además, suelen ser tóxicos e incluso radiactivos.

Transpirabilidad

La arquitectura ecológica presta especial atención a la transpirabilidad de los materiales. Si comparamos el edificio con un cuerpo, cuando llueve le ponemos un impermeable que impide la entrada de agua, el cuerpo (o casa) no se moja por fuera pero sí por dentro debido al sudor (condensación) y más si se hace ejercicio (cocinar, ducharse, calentar). En un metro cúbico hay dos litros de agua y los calefactores convencionales secan el aire disminuyendo la humedad de un 60% a un 20%. Si se genera vapor y el edificio no transpira, éste se queda en las paredes, de ahí que surjan las manchas de humedad. Los materiales naturales permiten la salida de vapor por sus poros sin permitir la entrada de agua.

Ecología

La conciencia ecológica surgió con la crisis del petróleo del 73. Aquella revolución a nivel mundial ocurrió con anterioridad a los sucesos de Three Mile Island (Pennsylvania, 1979) y Chernóvil (Rusia, 1986). Estos problemas desencadenaron una conciencia medioambiental en una pequeña parte de la población a la que se tachaba de locos. Surgieron entonces las preguntas acerca de la emisiones de CO2 , la puesta en duda de la eficiencia de la energía nuclear, el cuestionamiento de la necesidad de utilizar energías renovables, y la llegada de guerras por la posesión del oro negro. En Euskal Herria nació también entonces la preocupación por la salubridad del planeta y las consecuencias que ésta tenía en las personas. No obstante, según afirma el bioconstructor Iosu Jauregi, eran "unos poco a los que se tachaba de locos, como un gueto". En este marco surgió Gea, una asociación de estudios geobiológicos, en 1988. La fundaron diez personas, Jauregi entre ellas, preocupadas por la contaminación del planeta y las consecuencias nefastas para la vida humana. Cada varios meses arquitectos, aparejadores, constructores y otros sectores se reúnen para atender e impartir conferencias referente a temas medioambientales, y ponen en común puntos de vista referente a la bioconstrucción. Ya admitida la deriva del cambio climático por la población mundial, los comportamientos humanos para frenarlo siguen siendo insuficientes, debido a que los consumos son exponenciales y cada vez se consume más. Y es que, los recursos son limitados y el ritmo de consumo es ilimitado y sin freno. La bioconstrucción, consciente de la gravedad del problema, se preocupa por hacer frente a la situación aparentemente imparable

Antigua Bioconstrucción

Hasta 1950 la mayor parte de la construcción, sobre todo la rural, era ecológica sin saberlo. El hormigón y los materiales plásticos y sintéticos no aparecieron hasta los años 70. Pero una vez entraron en el mercado ganaron el terreno y empezaron a fabricarse a ritmos frenéticos. Los caseríos, por ejemplo, se hacían de piedra, ladrillo, adobe (utilizado por Navarra para distribuir los interiores), madera sin elaborar, pintura extraídas de elementos vegetales y yeso. También se utilizaba mucha cal para recubrir los muros. La cal es un material transpirable que repele los bichos. Los cascos viejos de las ciudades también están construidos de madera. Las características de las que hablan los arquitectos ecológicos aparecen, de hecho, en la arquitectura de otros tiempos. Las arquitecturas regionales propias del lugar donde se establecían eran fruto de valoraciones bioclimáticas. Por eso en Andalucía, donde el sol está a la orden del día, se construía edificios blancos y se hacían patios. Así se evitaba la concentración de radiación solar y respiraba el edificio. En Finlandia, por ejemplo, las casas se fabricaban con multitud de aislantes que las convertían en termos. Hoy día, en cambio, no ocurre así. Sólo basta con mirar alrededor para comprobar que esta arquitectura regional se ha perdido y que las masas de hormigón, hierro y cristal homogéneas invaden gran parte de los países del mundo, sean cuales sean sus condiciones climáticas.

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