Las tecnologías de información y comunicaciones están revolucionando la forma en que nos movemos. Las operadoras de infraestructuras y servicios como Ferrovial, por su experiencia y dinamismo, están tomando posiciones para liderar este proceso.
Si vives en una gran ciudad, habrás sido testigo de cómo ha cambiado el modo en que nos movemos por ella. ‘Carsharing’, ‘bikesharing’, ‘ridehailing’ son algunos de los términos que, con mejor o peor pronunciación, hemos ido incorporando a nuestro vocabulario y, aún más importante, a nuestros hábitos. La tecnología, especialmente el desarrollo que han experimentado los teléfonos inteligentes, ha impulsado un nuevo modelo de movilidad basado en el principio de que, para desplazarnos, no necesitamos poseer un producto, sino contratar un servicio. Es lo que se conoce como ‘movilidad como servicio’ o MaaS (por el inglés ‘Mobility as a Service’). A través de nuestros móviles, podemos conocer qué medios de transporte podemos utilizar, contratarlos y pagar por su uso.
Nuevos servicios y retos
Uno de los ejemplos más ilustrativos de este concepto es el carsharing, un servicio de coche compartido en el que el usuario paga en función del tiempo que utilice el vehículo. Ferrovial se situó a la vanguardia de este negocio con el lanzamiento de ZITY en Madrid a finales de 2017. Más de un año después, dispone de una flota de 650 vehículos eléctricos, cuenta con 180.000 descargas de la app y actúa en un área de más de 100 kilómetros cuadrados, la más extensa de todos los operadores de este tipo de servicios.
Antes de que ZITY o sus competidores comenzasen a circular por las calles, algunos ayuntamientos ya habían puesto en marcha servicios de bicicleta compartida (bikesharing). En España, el más relevante es el de Barcelona, conocido como ‘bicing’, que desde enero gestiona un consorcio formado por Ferrovial Servicios y la canadiense PBSC. Actualmente dispone de 6.000 bicicletas convencionales y 1.000 eléctricas, desplegadas en una red de 519 estaciones mixtas.
Al carsharing y el bikesharing se unen otras opciones de transporte como los nuevos servicios de motos eléctricas y monopatines compartidos o el alquiler de coches con conductor, como Uber, Cabify (ridehailing), sin olvidar los medios tradicionales como el taxi, el autobús, el tranvía o el metro. El incremento de la oferta de movilidad trae consigo el reto de gestionar de forma eficiente una red cada vez más compleja.
En esta labor, los nuevos servicios de transporte, al estar basados en el uso de aplicaciones móviles, pueden desempeñar un papel crucial: generan una gran cantidad de datos sobre los comportamientos y preferencias de los usuarios cuyo análisis puede servir para optimizar las opciones de movilidad ya existentes e incluso generar otras nuevas. Amey, por ejemplo, está desarrollando un proyecto para estudiar los trayectos de los peatones desde que se bajan en la estación central de Liverpool hasta que llegan a su destino.
Ante el reto de facilitar a los ciudadanos la información de forma integrada sobre todas las opciones de transporte con las que cuenta, han surgido plataformas como Wondo, que proponen a sus usuarios diferentes rutas para llegar a su destino, combinando varios medios de transporte.
Precisamente, la intermodalidad, es decir, la posibilidad de combinar en un trayecto distintas opciones de transporte es uno de los criterios en torno a la que las administraciones públicas y las empresas privadas deberán estructurar sus propuestas de movilidad. También, la creciente conciencia medioambiental y, concretamente, la legislación que se va generando para mejorar la calidad del aire y limitar la entrada de vehículos contaminantes en el centro de las ciudades dejarán su impronta en las políticas de movilidad, que promoverán el uso de soluciones sostenibles (coche híbrido o eléctrico, bicicleta, monopatín o caminar). En este ámbito, Ferrovial Servicios y el Ayuntamiento de Barcelona han lanzado el proyecto ‘La última milla’ que tiene como objetivo reducir el tráfico asociado al reparto de productos adquiridos en Internet en el centro. Están valorando los beneficios de desplegar microcentros de logística en la ciudad de tal modo que la última milla de distancia para la entrega del paquete se recorra utilizando una alternativa sostenible de transporte.
El impacto de las nuevas tecnologías en la congestión
El abaratamiento y el acceso universal al coche, consecuencia de la irrupción de fenómenos como el ridehailing y el Maas y de las tendencias de movilidad de nuevas generaciones, están agravando la congestión y reduciendo el uso del transporte público. Todo indica que esto empeorará con la esperada llegada de vehículos autónomos a nuestras carreteras y ciudades.
Se prevé que durante la próxima década aparecerán modelos que alcanzarán el nivel 4 de autonomía, lo que significaría que podrían funcionar sin asistencia externa si todo el mundo respeta las normas, y el nivel 5, autonomía absoluta. Sus fabricantes pronostican que en la década de los 30 estos automóviles representarán una cuota de mercado mayoritaria. De ser así, aumentaría el tráfico rodado en las carreteras, ya que, a los efectos en la congestión observados tras la llegada de ridehailing y carsharing, se suma la opción que los vehículos autónomos representan para el transporte de usuarios que por diversas razones (discapacidad, carencia de permiso de conducir, edad) no conducen actualmente y a otros convencidos por la posibilidad de invertir el tiempo de viaje en otras tareas.
Aunque queda por ver si estas previsiones se cumplen, lo que sí que se puede afirmar ya es que el vehículo autónomo solo podrá funcionar de forma totalmente automática cuando circule por infraestructuras viarias dotadas de sistemas que garanticen el intercambio de datos entre vehículos (V2V) y de los vehículos con la propia carretera (V2I), asegurando una conducción sin incidentes.
Esta situación obliga a buscar soluciones que mejoren la eficiencia del tráfico rodado. Es en este campo en el que Cintra se ha convertido en líder, con la promoción de proyectos ‘managed lanes’. La idea es sencilla: añadir carriles opcionales de peaje dinámico, cuyo precio varía en función de las condiciones del tráfico en tiempo real, a autopistas urbanas congestionadas, rehabilitando y manteniendo sin cobro los carriles preexistentes. Esta solución reduce de forma más eficaz la congestión que añadir carriles libres de pago, y lo hace minimizando el uso de recursos públicos.
Los ‘managed lanes’ reducen de forma más eficaz la congestión que añadir carriles libres de pago y lo hacen minimizando el uso de recursos públicos.
La universalización del uso de los teléfonos inteligentes con sus aplicaciones informáticas y los datos de todo tipo que continuamente generan abre un campo de posibilidades enorme para mejorar la eficiencia de la movilidad, al conocer mejor las pautas de comportamiento y preferencias de los usuarios, diseñando las infraestructuras con ese objetivo. ¿Por qué un conductor decide hacer uso de una autopista de pago? ¿Qué condiciones se dan cuando lo hace? ¿Cuál es el perfil del conductor que circula por las autopistas? ¿El tráfico está variando sus horas punta? ¿Por qué? Respondiendo a estas preguntas mediante la aplicación de la inteligencia artificial a los datos obtenidos, se puede adaptar de forma inmediata la oferta de transporte a las necesidades de los usuarios e identificar nuevos servicios aún no disponibles.
¿Tren sin raíles?
Buena parte de la infraestructura ferroviaria, ya sea de metro o de tren interurbano, fue construida hace décadas. En Londres, los pasajeros se apiñan en estaciones creadas hace más de 100 años para una fracción del tráfico que soportan hoy. Network Rail, el operador británico de infraestructuras ferroviarias, calcula que es necesario invertir 20.000 millones de libras para adaptar la red del país a las nuevas necesidades.
La aplicación de sistemas inteligentes de gestión del tráfico, de análisis y asistencia a los convoyes en tiempo real e incluso la automatización de la conducción permite ganar eficiencia en la gestión y operación de la red, con el consiguiente ahorro. El Metro de Londres podría aumentar entre un 20% y un 60% su capacidad si implementase medidas de este tipo.
Además, se están llevando a cabo investigaciones que afectarían a la naturaleza misma de la infraestructura ferroviaria. En la ciudad china de Zhuzhou se está probando el primer tren sin raíles del mundo. El convoy se desplaza siguiendo unas pequeñas protuberancias en la calzada en un carril especial de la carretera, que se abre el tráfico rodado cuando el tren no circula.
¿Qué ocurrirá en los aeropuertos?
Cuando estamos preparando un viaje, una de las tareas obligadas es averiguar cómo podemos desplazarnos desde el aeropuerto al centro de la ciudad. Hasta ahora la oferta estaba limitada a cinco posibilidades: tren, metro, autobús, taxi o vehículo. Los nuevos servicios de movilidad han ampliado el listado. Muchos aeropuertos disponen ya de espacios habilitados para vehículos de alquiler con conductor, como Cabify o Uber, y carsharing, como ZITY. Si finalmente el modelo de ‘movilidad como servicio’ se impone a la propiedad, los grandes aparcamientos dejarán de tener sentido tal y como hoy los conocemos, y habrá que incrementar las plazas disponibles para taxis y recogida de viajeros.
La movilidad también ha cambiado dentro de los aeropuertos. Desde 2011 están operativos en el Aeropuerto de Heathrow los Pods, unos minibuses sin conductor que llevan a los pasajeros desde el aparcamiento a la Terminal 5.
En definitiva, las nuevas formas de movilidad ya están revolucionando las infraestructuras, el diseño urbano e incluso nuestros hábitos. Las empresas privadas, como Ferrovial, jugarán un papel fundamental en el proceso de adaptación que estamos experimentando. Gracias a su dinamismo y experiencia pueden aportar soluciones y facilitar el trabajo al sector público.