Andris Piebalgs apuesta por unas relaciones claras y transparentes con Rusia, el principal suministrador de gas y petróleo de la UE.
(El País).- Andris Piebalgs, físico letón de 50 años, es la cabeza visible del sector energético en la UE, inmersa en una cadena creciente de conflictos con Rusia, el principal suministrador de gas y petróleo de la Unión. Niega las acusaciones de proteccionismo tras las medidas anunciadas por Bruselas para evitar que las redes de transporte de energía puedan ser controladas por empresas extranjeras. Y apuesta sin ambages por elevar el peso de la energía nuclear para evitar los problemas de dependencia.
Andris Piebalgs (Valmiera, Letonia, 1957), comisario europeo de Energía, apuesta por unas relaciones claras y transparentes con Rusia, el principal suministrador de gas y petróleo de la UE.
A pesar del enfriamiento de las relaciones entre Moscú y Bruselas por una cadena creciente de conflictos (carne polaca, misiles, cortes de suministro energético, Kosovo), Piebalgs insiste en la necesidad de establecer un diálogo que permita un trato de igualdad para las grandes empresas de ambas partes. Este antiguo profesor de Física sigue pensando como pedagogo. Ahora sus enseñanzas pasan por debatir abiertamente sobre la energía nuclear: sus riesgos, sus costes y sus problemas.
Pregunta. ¿Teme represalias por parte de Rusia por las medidas anunciadas por la Comisión Europea para evitar que las redes de transporte de gas y electricidad puedan ser controladas por empresas extranjeras?
Respuesta. Creo que se trata de medidas proporcionadas, que no van en contra de nadie. Queremos asegurar el acceso a la red de nuevos competidores porque es crucial para la competencia y la seguridad del suministro.
P. ¿Rusia lo ha entendido así?
R. Sí, porque Rusia también quiere asegurase el control de sus redes de gas y electricidad. Creo que ha quedado muy claro que no son medidas proteccionistas. Ellos lo están estudiando y estamos dispuestos a explicar a nuestros socios los detalles de la propuesta.
P. En los últimos meses se han enfriado las relaciones con Rusia, el principal proveedor de gas y electricidad de la Unión. ¿La UE busca reducir su dependencia energética acudiendo a otros mercados o a otras fuentes?
R. Europa tiene muchas fuentes energéticas que se pueden aprovechar. La energía nuclear, el gas, las renovables y otras en desarrollo, como los biocarburantes. Por otro lado, hay nuevos actores en el mercado. Las importaciones de Rusia en los últimos años han crecido un 15%, pero las de Noruega y Argelia casi se han duplicado. Eso no significa que no queramos seguir recibiendo gas de Rusia. Al contrario, queremos comprar el máximo gas posible de Rusia.
P. ¿No le inquieta tanta dependencia exterior?
R. Está claro que la demanda global está creciendo. Cada vez hay más países compitiendo por los mismos recursos. Por eso hay que pensar en reducir las importaciones acudiendo a otras fuentes.
P. En pocos años, Rusia ha renacionalizado muchas de sus empresas, y en la práctica ha expulsado a varios grupos occidentales.
R. No exactamente. Rusia, al igual que otros países productores, ha aumentado la presión sobre los sectores del gas y el petróleo. Pero todas las compañías occidentales siguen allí, como Shell y BP.
P. Pero en condiciones muy distintas.
R. Sí. Con nuevas condiciones. Ahora las participaciones son en empresas con una clara mayoría de capital estatal o de sociedades rusas. Pero estamos en una nueva fase de desarrollo de las inversiones. Hay muchas compañías europeas, como E.ON, Enel e Iberdrola, que están tomando participaciones en centrales eléctricas. La realidad es que la presencia de empresas europeas en Rusia está creciendo. Quedan problemas, como en los yacimientos de Stockman. Veremos cómo evolucionan cuando pasen las próximas elecciones.
P. Entonces, ¿qué le preocupa?
R. Las relaciones se están estabilizando. Y deben ser más previsibles en los próximos años. Hay que tener en cuenta que la demanda interna rusa está creciendo mucho más que sus inversiones y eso puede afectar a sus exportaciones. Tampoco hay que esperar milagros. Rusia ha constituido grandes compañías como Gazprom y ha entablado negociaciones con las grandes compañías europeas. Lo importante es que las relaciones y accesos a las redes de transporte de cada una de las dos partes sean transparentes y claras.
P. ¿Espera algún acuerdo concreto en la nueva cumbre UE-Rusia en Lisboa a finales de octubre?
R. Bueno, es la última cumbre con Putin. Desgraciadamente, creo que no habrá muchos progresos, por el conflicto derivado de la prohibición de las exportaciones de carne de Polonia. Esto impide progresar en la revisión del Acuerdo de Asociación y Colaboración.
P. ¿Dónde están las dificultades en la relación entre Rusia y la UE?
R. Buena parte de las dificultades están en nuestro campo, en nuestra unidad. Nosotros deberíamos mantenernos muy unidos en nuestros enfoques y no tratar de hacer acuerdos aislados. Se trata de establecer relaciones beneficiosas para todos.
P. En la búsqueda de reducir las importaciones parece que vuelven a valorar más la energía nuclear. Recientemente usted ha adoptado dos decisiones. La creación de un grupo de expertos sobre seguridad nuclear y la promoción del Foro Nuclear. ¿Vuelve la energía nuclear a la UE?
R. No vuelve: ya está ahí. En Europa están los países con mayor producción nuclear. Con independencia de la decisión que adopte cada Estado, deberíamos tener unos principios básicos sobre cómo desarrollar la energía nuclear. Nadie debe sentirse al margen de estos temas. No deberíamos esconder la energía nuclear.
P. ¿Con qué objetivo?
R. Deberíamos tener una discusión pública sobre los peligros y las dificultades de la energía nuclear. Y disponer de un estándar de seguridad igual para todos los países. Aunque hay países que no usan ni usarán nunca energía nuclear, están igualmente interesados en las cuestiones de seguridad y de los residuos, porque también les afectan. Y los ciudadanos deberían poder estar tranquilos con un estándar de seguridad común.
P. ¿Qué peso debe tener la energía nuclear en la UE?
R. Desde el punto de vista de la seguridad de aprovisionamiento, creo que un porcentaje del 30% [similar al actual] en la producción de electricidad es suficiente. Personalmente, donde creo que debemos hacer un esfuerzo es en el desarrollo de las energías renovables, para alcanzar el 20% del consumo. Finalmente, otro tercio puede venir de los hidrocarburos. El gas va a crecer porque es muy limpio. Pero también hay que seguir investigando en el carbón, impulsando técnicas como el secuestro del CO2, el llamado carbón limpio, pero hay que reconocer que los progresos son muy lentos.
P. El desarrollo de la energía nuclear requiere una fuerte intervención del Estado en aspectos como la seguridad, residuos y largas inversiones. ¿Es compatible con la liberalización que propugna la UE?
R. No veo ninguna contradicción. El problema de la energía nuclear es que requiere movilizar inversiones de miles de millones a muy largo plazo. Las centrales entran en servicio pasados 10 años después de proyectarse. Y estas inversiones se ven frenadas por los problemas de seguridad y de opinión pública.
P. ¿Le preocupa la regulación de las tarifas eléctricas en España?
R. Se trata de asegurar que en el sector de la electricidad se producirán las inversiones necesarias si el precio se corresponde con el coste de producción. Incluso en Rusia se han dado cuenta de los problemas que genera que el precio del gas sea inferior al coste de producción. Cuando hay intervención del Gobierno para compensar a las compañías porque los precios son bajos y el mercado está cerrado, entonces hay riesgo de que no se produzcan nuevas inversiones y se generen problemas de escasez.
P. ¿Ése es todo el problema?
R. Sí, es mi mayor crítica a los precios regulados. A veces hay malentendidos y se piensa que la energía no debe costar nada. La realidad es que la energía es cada vez más valiosa y su coste cada vez será mayor. Esto no impide que se establezcan normas específicas para proteger a determinados sectores sociales.