España suspende en la recogida de envases

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¿En qué contenedor selectivo se debe arrojar la bolsa de plástico de un solo uso? ¿Y el bote de laca vacío se recicla?, ¿y los trozos del papel de aluminio que envuelven el bocadillo? La respuesta parece fácil, pero el ciudadano no siempre acierta a saber que todos estos materiales, por ejemplo, van al contenedor amarillo de envases ligeros (de plástico, briks y latas). En general, sabemos segregar el vidrio y el papel y cartón, y también la fracción orgánica - cuando el ayuntamiento lo permite-. Sin embargo, suspendemos en la recogida de envases ligeros. En toda España, se calcula que el 30% de los materiales arrojados al contenedor amarillo están mal seleccionados para favorecer su reciclado posterior, aunque este porcentaje es en torno al 24% en Catalunya. Y esto no es algo baladí, pues una correcta selección es mucho más relevante de lo que parece. "No basta con hacer la recogida selectiva para facilitar el reciclaje, sino que además hay que hacerlo bien", explica el divulgador ambiental José Luis Gallego. El contenedor amarillo debería recoger envases ligeros (de plástico, briks y latas), pero en la práctica aparecen los objetos más variados, confirma Antonio Barrón, director de empresas asociadas y comunicación de Ecoembes, el sistema que recoge los envases ligeros. Barrón recuerda que "una mala selección entorpece todo el proceso y lo encarece enormemente". Si las cosas no se hacen bien, incluso se puede parar el proceso de reciclado. Es muy común, por ejemplo, que en el contenedor amarillo aparezcan vidrio, papel y cartón, objetos textiles o, incluso, radiografías (que deben ir a las farmacias colaboradoras o a deixalleries).Y muchos ciudadanos lanzan en el contenedor de envases la caja de cereales, en lugar de hacerlo en el azul (para papel y cartón), convencidos de que, aunque no sea el lugar más adecuado, al menos algo se aprovechará. Sin embargo, en la planta de selección de los envases, los materiales impropios o inadecuados serán rechazados y deberán ser llevados a otro sitio, con los consiguientes sobrecostes en el transporte. También se arrojan al contenedor amarillo las cintas de vídeo, con un resultado nefasto: las cintas enrolladas se enganchan en la cinta transportadora de la planta de selección y a veces se tiene que parar el engranaje. En cambio, el nivel de impropios en el contenedor verde (vidrio) y azul (papel y cartón) es del 2% y el 6%, respectivamente. De hecho, hay muchos factores que inciden en que se recojan mal los envases: se están poniendo en el mercado demasiados materiales mixtos que complican la selección en casa y algunas cadenas de distribución colman el contenedor con sus plásticos comerciales, entre otros factores. La ciudadanía se cree muchas veces que al contenedor amarillo se pueden arrojar todos los plásticos, y no es así, pues este sirve sólo para los envases ligeros (incluidos, naturalmente, los de plásticos). Todo esto se debe a que la organización de la recogida selectiva está muy especializada. Ecoembes se encarga de recoger sólo y exclusivamente envases ligeros (si depositamos una muñeca rota o un trenecito, no se reciclarán, aunque sean de plástico), mientras que Ecovidrio se encarga del vidrio (y si dejamos en el contenedor verde una garrafa de plástico o fluorescentes, esas fracciones no se van a reaprovechar allí). Los envases están marcados con un punto verde. Eso significa que el envasador los ha encarecido ligeramente (con una pequeñísima cantidad de céntimos de euros), y que con esos recursos económicos se financiará la instalación de esos contenedores. Mejorar la recogida selectiva depende también de unas buenas campañas de concienciación, opina José Luis Gallego. "No se ha promocionado suficientemente la idea de que un mundo mejor es un mundo más limpio. Hemos asociado la calidad de vida a la economía, a la modernidad, pero no se ha relacionado la ecología a una mejor calidad de vida", se queja Gallego. Una buena separación de residuos puede ayudar por ejemplo a mitigar el cambio climático, puesto que nos podemos ahorrar recursos y emisiones de dióxido de carbono, recuerdan los técnicos de la Agència Catalana de Residus. Otros ridiculizan la recogida selectiva asociándola a una marca política dinamitando toda pedagogía. Sátiras televisivas y algunos opinadores previsibles vinculan la preocupación por el medio ambiente y la buena gestión de los residuos con un partido político (ICV), cuando la recogida selectiva forma parte de la política de la UE. Precisamente, las nuevas campañas del Departament de Medi Ambient de la Generalitat para fomentar la recogida selectiva pretenden hacer hincapié en la actitud activa que pueden despertar el reciclaje entre los jóvenes (algunos de ellos aparecen intercambiando experiencias sobre la mejor manera de hacer la recogida y evitar el despilfarro de recursos) y en las redes de complicidad personal que pueden crearse en este campo, al margen de las vicisitudes políticas. El éxito de la recogida selectiva está condicionado también por las limitaciones que imponen los ayuntamientos o al grado de despliegue que hayan tenido sus sistemas de recogida. Bastantes municipios catalanes y la mayor parte de los barrios de Barcelona carecen de recogida de la fracción orgánica (residuos de cocina), pese a que es una obligación de los grandes municipios desde el año 1997. En Catalunya, la ejecución del programa de residuos municipales 2001-2006 se ha saldado con malos resultados (en gran parte porque los objetivos eran demasiados ambiciosos). En el 2006, se recogió selectivamente el 32% de la totalidad de los desechos municipales (incluyendo desde la poda a los desechos que van a deixalleries),pero sólo se ha logrado la mitad de los objetivos de recuperación y reciclado. Así, ese año se recuperaron y reaprovecharon el 24% de las fracciones, cuando la meta era el 48%. Por eso, el nuevo plan ha postergado esos mismos objetivos al año 2012. En el caso de la fracción orgánica, el fracaso municipal es apabullante. Sólo se recoge el 13% de la materia orgánica, cuando se debía recuperar el 55% en el 2006. Por su parte, en el conjunto de España, la recogida selectiva representa el 13% aproximadamente (sin contar el material captado en los puntos verdes). El modelo de recogida que tiene más éxito es el puerta a puerta. A través de él, el camión de recogida de la basura municipal recoge las diversas fracciones en días alternos. Este sistema permite obtener buenos resultados, pero exige un largo periodo de adaptación del ciudadano, que, al principio, puede verlo como una imposición. El sistema de cuatro o cinco contenedores específicos en la calle (orgánica, vidrio, papel y cartón, envases ligeros y fracción de rechazo) permite hacer acopio de un gran volumen de desechos, pero como contrapartida hay muchos materiales mal seleccionados (impropios). Al final, su éxito depende del esfuerzo de los ayuntamientos. Y se han conseguido niveles de reciclado de hasta el 40% en la mancomunidad de Urgellet, en Lleida. Finalmente, está el modelo llamado residuo mínimo (Molins de Rei, Torrelles de Llobregat), en el que los ciudadanos sólo deben separar la materia orgánica y la fracción inorgánica, de forma que los materiales de este último contenedor (plásticos, envases, latas) son separados luego en plantas de selección. La participación del ciudadano es menor y es más asumible, y permite poner el acento en la recogida selectiva de la materia orgánica. Mercè Girona, del Centre d'Estudis i Projectes Alternatius, dice que "es necesario diseñar un buen modelo de gestión, adaptado a las características sociales y urbanísticas, para garantizar que la totalidad de los residuos tengan un aprovechamiento en su destino". Además, considera que se debería obligar a los ayuntamientos a extender la recogida selectiva de materia orgánica, o penalizar por incumplir la ley. Genoveva Català, gerente de la Agència Catalana de Residus, opina que el éxito de la recogida selectiva depende sobre todo del interés que ponga cada ayuntamiento. "No hay un modelo que sea la panacea. Lo relevante es que el ayuntamiento no se limite a hacer un pliego de condiciones de la contrata, adjudique la recogida y se olvide del problema. Hay que estar encima", enfatiza. Català confía en que a medida que los ayuntamientos tengan que pagar más por depositar la basura en vertederos (donde pagan un canon de vertido, que irá en aumento) se verán forzados a decantarse por el reciclaje. Al reciclar más, no tendrán que llevar tanta basura al vertedero. Además, este dinero retorna a los ayuntamientos para que puedan aumentar la recogida selectiva. Sin embargo, Girona opina que la penalización a los ayuntamientos con el canon debe ser mayor. "Lo que se propone no es suficiente; y debe haber una compensación económica más justa a los ayuntamientos que separen mejor la basura", dice

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