Las bombillas de filamento de tungsteno, las incandescentes, en el plazo de tres años desaparecerán de los establecimientos, según una proposición no de ley aprobada ayer en la Comisión de Medio Ambiente, Medio Rural y Medio Marino del Congreso de los Diputados. Este documento insta al Ejecutivo a colaborar con las comunidades autónomas en la elaboración de un plan para sustituir las bombillas poco eficientes por las de bajo consumo. Este plan deberá incluir medidas en distintos ámbitos, como el empresarial, el industrial, los edificios públicos y sedes institucionales, y además contar con ayudas para las familias con menos recursos.
El plan pretende lograr la sustitución progresiva de aproximadamente 25 bombillas por hogar (350 millones en total), lo que supondría un ahorro estimado de seis millones y medio de toneladas de CO2, según afirma el portavoz de CIU Pere Macías, partido responsable de esta propuesta.
Las bombillas incandescentes pierden el 90% de la energía que consumen en forma de calor. Las de bajo consumo son más caras, pero más eficientes y duraderas.